ALGO LLAMADO INDEPENDENCIA
Debieron pasar minutos, horas, o quizá tan solo segundos antes de que la voz de mi hermana mayor irrumpiera en la habitación. No le hacía falta asomarse para ver dónde me encontraba; ella me conocía de sobra.
—Debemos ir a trabajar. Sal de ahí.
Su voz sonó firme. Siempre lo era.
Yo me puse en pie y apenas me entretuve en sacudir mis pantalones con las manos para intentar que quedaran lo más presentables posible. Aunque no parecieron serlo lo suficiente para ella, que me observó con el ceño fruncido.
—Volveré por la noche, Henrik. Te aseguro que traeré alguna historia nueva que contar.
Me despedí con la mano de mi tío justo antes de salir de nuestro pequeño hogar.
Las calles estaban abarrotadas de adultos corriendo de un lado a otro con objetos en sus manos. Mi hermana me sujetó con fuerza el brazo, obligándome a seguir su paso.
Nunca entendí porqué iba todos los días a esa casa si odiaba su trabajo. Estoy seguro de que ella habría servido perfectamente como capitana de alguna tripulación, o incluso del ejército. Pero ella nunca quería hablar del tema. Solo repetía la misma frase una y otra vez.
“Lo entenderás cuando seas mayor.”
Mientras me encargaba de limpiar los suelos por mi cuenta, dejé que mi vista divagara a mi alrededor. Debía observar y escuchar todo lo que aquellos hombres hablaban para así conseguir una historia nueva que contarle a Henrik cuando volviera.
Mi corazón comenzó a latir a una gran velocidad cuando uno de los encargados me miró directamente. Yo solo quería ser invisible.
Hablaban de algo llamado independencia. De guerra. De un futuro feliz. Mi hermana siempre me ha dicho que no tengo que creer en esas palabras. Que los adultos prometen cosas que luego no son capaces de cumplir. Pero yo quería pensar que tenían razón. Que íbamos a tener un hogar. Y, sobre todo, que íbamos a ser felices. Significase lo que significase aquella palabra.
Más hombres pasaron a nuestro lado en el camino de vuelta a casa. Llevaban armas que no había visto nunca antes, por lo que supuse que debían ser de cargos muy altos. En algunas ventanas se agitaban banderas polvorientas con tanta energía que me dieron ganas de gritar hasta a mí.
—Te lo aseguro, tío Henrik, ha sido sorprendente.
En cuanto llegamos a la habitación corrí hasta colocarme a su lado, deseando contarle todas las novedades que había escuchado a lo largo de la tarde.
—Dicen que ya estamos avanzando en la independencia. Que toda la guerra se acabará pronto y que vamos a ser libres. ¿Crees que yo podría apuntarme para ayudar? —era incapaz de borrar la sonrisa de mis labios, y tan solo me detuve para sentarme con las piernas cruzadas en el suelo antes de proseguir con la historia—. ¡Hasta he visto a unos señores que hablan un idioma extraño! Por lo visto han venido a ayudarnos desde un país muy lejano.
—España —mi hermana intervino desde el otro lado de la habitación, aunque ella ya estaba echa un ovillo en el suelo para dormir.
—¡Eso! ¿Tú también los has visto? Al principio me han dado un poco de miedo, pero ahora me gustaría saber más de ellos —me giré hacia Henrik, que permanecía a mi lado con los ojos cerrados—. Te lo aseguro, tío Henrik, vamos a ganar esta guerra. Vamos a ser libres. Yo lo sé.
Le dirigí una última sonrisa antes de dormir. Él aún tenía la piel pálida, sin moverse ni un solo milímetro desde aquella explosión que tiró la pared semanas atrás.
Relato para #Bajodosbanderas.
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